Recibo lo que es mío.
No se me concede nada más.
Recibo el castigo por mis errores,
la culpa por mis intentos,
el reproche por mis acciones.
Y no se me concede nada más.
Pero no es culpa de nadie,
quiero que lo sepas,
Se fuga de lo romántico la sed de libertad
para luego lanzar flores a su tumba.
Que no se note el acento de tu pesar,
ni delate que tu pena es extranjera.
Yo te guardaré el secreto
porque no es culpa de nadie.
Y recibiré lo que es mío
cada vez que no me quieras.
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