lunes, 25 de julio de 2016

Por tres noches contigo

Duele el lecho de amor.
Duele la fragua de las promesas.
Cada uno de los hijos de Cupido
detiene el pulso, tal como si fuera
una operación a corazón abierto;
abandonándome al pavor,
a tus labios de la espera,
como bálsamo prohibido,
¿que no es cierto,
amor,
que en el fondo envenena?

Si bien duele saberlo,
huyo de los ángeles y sus mentiras.
Pues el que no muere de amor sin ser amado,
es que nadie le ha mirado
como tú me miras.

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