Duele el lecho de amor.
Duele la fragua de las promesas.
Cada uno de los hijos de Cupido
detiene el pulso, tal como si fuera
una operación a corazón abierto;
abandonándome al pavor,
a tus labios de la espera,
como bálsamo prohibido,
¿que no es cierto,
amor,
que en el fondo envenena?
Si bien duele saberlo,
huyo de los ángeles y sus mentiras.
Pues el que no muere de amor sin ser amado,
es que nadie le ha mirado
como tú me miras.
"Estos poemas los desencadenaste tú, como se desencadena el viento, sin saber hacia dónde ni por qué. Son dones del azar o del destino, que a veces la soledad arremolina o barre; nada más que palabras que se encuentran, que se atraen y se juntan irremediablemente, y hacen un ruido melodioso o triste, lo mismo que dos cuerpos que se aman."
lunes, 25 de julio de 2016
miércoles, 20 de julio de 2016
Nada
Navego entre la bruma.
Navego, por decir algo;
ni veo mi cordura
ni me parece que la esté buscando.
Todo lo que veo es nada.
En nada me hundo y en nada nado,
y aun cuando me hundo nada veo.
Es desesperante.
Navego, por decir algo;
ni veo mi cordura
ni me parece que la esté buscando.
Todo lo que veo es nada.
En nada me hundo y en nada nado,
y aun cuando me hundo nada veo.
Es desesperante.
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